El pasado 14 de Junio de 2014, se celebró una nueva edición
de esta marcha, que se ha convertido en poco tiempo en la segunda con más
número de participantes (4.000 en esta ocasión, tan solo 80 féminas) por detrás
de la por todos conocida “quebrantahuesos”.
Allí me presenté, En Cangas de Onís, poco antes de las 9:00 en
compañía de Jesús, Regino, Alberto, y
Aida. Para los dos últimos, que
llevan con la bicicleta desde Diciembre, era su primera participación, mientras
que el resto repetíamos por segundo año consecutivo. Ahora los cinco somos miembros del Club, y por
ello sabíamos de la participación de Félix,
Javier, Emerson, Buka, Óscar, un par de socios que no tengo el gusto de
conocer (al menos por su nombre), y Angelo, de reciente incorporación y con
quien habíamos acordado por mediación de Jorge,
coincidir en la salida, a la altura de la Iglesia de Cangas. Allí aparece y
recorrería con nosotros la mayor parte de la marcha.

Los primeros 50 kilómetros son muy favorables y en grupo, más
aún. Se rueda rápido sin demasiado esfuerzo, y como circulamos bastante atrás,
sin los sobresaltos ni tensiones que suelen existir en posiciones delanteras.
Tenemos una incidencia en el repecho de Ribadesella, donde en un enganchón,
Jesús se va al suelo. Por fortuna no hay consecuencias graves, y como para él
“cada uno se baja de la bici como quiere”, reemprende la marcha. Así llegamos al avituallamiento de Parrés,
donde nos estaban esperando Angel y Regino. Berto y Aida no paran, y el resto
nos encargaríamos de llevarles lo necesario. Para entonces ya nos habían adelantado Buka y
Oscar, al que conocía únicamente por imágenes de sus éxitos con la mtb. Minutos
después le conocerían todos...
Comenzamos la Tornería, un corto y bonito puerto
en el que los 2 kms finales tienen cierta entidad. Es en ese momento cuando alcanzamos a Aida alegrándome de verla sobre la bici y no
caminando como me había parecido desde la distancia. Apenas un kilómetro antes, a media subida,
nos adelanta un ciclista como una exhalación,
con una velocidad que nos dejó atónitos absolutamente a todos. No había
cerrado aún la boca cuando descubro que se trataba de Oscar, así que la cerré
definitivamente porque me dejó sin palabras. Volvemos a reunirnos en la cima y
hacia abajo para enlazar con el Alto de
la Robellada. Berto y Jesús por
delante, y más atrás, Aída y yo vamos subiendo cuando encontramos a Regino con
avería. Los fantasmas del pasado año
aparecen (tuvo que retirarse el pasado
año tras caer en parado en este mismo puerto y romper la patilla del
cambio...), Aida continúa y quedo ayudando a solventar el pinchazo. Nos
cargamos 2 cámaras más mientras llega el coche de asistencia. Un radio había
atravesado el fondo de llanta y pinchaba las cámaras sistemáticamente, pero por
suerte pudieron solventarlo añadiendo más fondo. Mientras lo reparaban nos pasa Fernando, que apelaba a la épica con su
escasa preparación de este año. Charlamos algo en la cima y me permito el lujo
de ayudarle al arrancar de la misma como hacen los mecánicos con sus
corredores. Así que me siento como uno de ellos, no en vano se trata de “contador” (in)... Continúo con Jesús, con quien he quedado en
el avituallamiento un buen rato mientras Regino, Aida y Berto van haciendo
camino.

Lo más difícil estaba hecho y era
cuestión de tiempo. Al fondo aparece la
meta y esta vez sí, el “ya queda poco” que nos cacarean todos los que van
bajando, era real. Saco el teléfono e inmortalizo el momento. Acabábamos de generar uno de esos recuerdos
que permanecen durante toda la vida. Buena forma de celebrar mi 35º cumpleaños.
Para finalizar, y a modo de
agradecimientos:
. Regino, un loco cuerdo que pudo
resarcirse de su abandono en 2013. No es
lo mismo sin él.
. Berto, un apasionado de éste deporte
como espectador, y ahora ya como practicante. Le costó inscribirse por temor, y
acabo la prueba silbando. Fantástica labor para con Aida en toda la marcha, y
no menos importante en los domingos del club.
. Jesús, fantástico motivador con
todos (salvo con él mismo, quizá), llegó e hizo llegar, mejorando doblemente
las sensaciones del año pasado.
. Aida, una todoterreno. Encantándole
el cicloturismo, pero “odiando” las subidas, se dejó meter en este berenjenal,
haciendo bueno aquello de “querer es poder”
Y gracias a Jorge, por permitirme escribir esta crónica y al club ciclista león en general, por haberme (habernos) acogido entre
ellos, contribuyendo de forma activa a
la consecución de este objetivo, y disfrutar en el camino. Que siga siendo así por muchos años.
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