martes, 24 de junio de 2014

XII CLASICA LAGOS DE COVADONGA. CUMPLEAÑOS FELIZ.

El pasado 14 de Junio de 2014, se celebró una nueva edición de esta marcha, que se ha convertido en poco tiempo en la segunda con más número de participantes (4.000 en esta ocasión, tan solo 80 féminas) por detrás de la por todos conocida “quebrantahuesos”. 




Allí me presenté, En Cangas de Onís, poco antes de las 9:00 en compañía de Jesús, Regino, Alberto, y Aida.  Para los dos últimos, que llevan con la bicicleta desde Diciembre, era su primera participación, mientras que el resto repetíamos por segundo año consecutivo.  Ahora los cinco somos miembros del Club, y por ello sabíamos de la participación de Félix, Javier, Emerson, Buka, Óscar, un par de socios que no tengo el gusto de conocer (al menos por su nombre), y Angelo, de reciente incorporación y con quien habíamos acordado por mediación de Jorge, coincidir en la salida, a la altura de la Iglesia de Cangas. Allí aparece y recorrería con nosotros la mayor parte de la marcha.

La espera en la salida es un momento especial. Desde nuestra posición, mirando hacia delante o hacia atrás, no se ve el final. Estamos dentro de un inmenso río de gente y nos sentimos privilegiados de formar parte de algo así. Para Berto y Aida es aún más especial y pasan los nervios típicos hasta que por fin salimos, con una temperatura más que agradable en un día totalmente despejado.
           
Los primeros 50 kilómetros son muy favorables y en grupo, más aún. Se rueda rápido sin demasiado esfuerzo, y como circulamos bastante atrás, sin los sobresaltos ni tensiones que suelen existir en posiciones delanteras. Tenemos una incidencia en el repecho de Ribadesella, donde en un enganchón, Jesús se va al suelo. Por fortuna no hay consecuencias graves, y como para él “cada uno se baja de la bici como quiere”, reemprende la marcha.   Así llegamos al avituallamiento de Parrés, donde nos estaban esperando Angel y Regino. Berto y Aida no paran, y el resto nos encargaríamos de llevarles lo necesario.   Para entonces ya nos habían adelantado Buka y Oscar, al que conocía únicamente por imágenes de sus éxitos con la mtb. Minutos después le conocerían todos...

            Comenzamos la Tornería, un corto y bonito puerto en el que los 2 kms finales tienen cierta entidad.  Es en ese momento cuando alcanzamos a Aida  alegrándome de verla sobre la bici y no caminando como me había parecido desde la distancia.  Apenas un kilómetro antes, a media subida, nos adelanta un ciclista como una exhalación,  con una velocidad que nos dejó atónitos absolutamente a todos. No había cerrado aún la boca cuando descubro que se trataba de Oscar, así que la cerré definitivamente porque me dejó sin palabras. Volvemos a reunirnos en la cima y hacia abajo para enlazar con el Alto de la Robellada.   Berto y Jesús por delante, y más atrás, Aída y yo vamos subiendo cuando encontramos a Regino con avería.  Los fantasmas del pasado año aparecen (tuvo que retirarse el pasado año tras caer en parado en este mismo puerto y romper la patilla del cambio...), Aida continúa y quedo ayudando a solventar el pinchazo. Nos cargamos 2 cámaras más mientras llega el coche de asistencia. Un radio había atravesado el fondo de llanta y pinchaba las cámaras sistemáticamente, pero por suerte pudieron solventarlo añadiendo más fondo.  Mientras lo reparaban nos pasa Fernando, que apelaba a la épica con su escasa preparación de este año. Charlamos algo en la cima y me permito el lujo de ayudarle al arrancar de la misma como hacen los mecánicos con sus corredores. Así que me siento como uno de ellos, no en vano se trata de  “contador” (in)...  Continúo con Jesús, con quien he quedado en el avituallamiento un buen rato mientras Regino, Aida y Berto van haciendo camino.

Encontramos a los dos últimos algo antes del horrible tramo (por su asfalto) previo a Covadonga. Este terreno le pasa factura a Aida, que no está muy convencida de poder subir.  Después nos contaría que el momento que se vive al paso por la rotonda a los lagos, con la multitud animando, le daría la fuerza suficiente para intentarlo. Eso, y contar con el empeño de Jesús, que sacrificó su subida por ir a su lado, realizando una labor de ánimo y motivación que yo jamás sabría hacer. Toda una lección. Por ello continué hacia arriba llegando hasta Berto y después hasta Regino. También encontré de nuevo a Fernando, que soportaba dolores de espalda y dudaba su continuidad, y a Llegué a la meta sin grandes satisfacciones, pues quería volver atrás cuanto antes. Angelo por su parte también había logrado llegar. Regino y Berto entraron poco después, y encontré a Aida y Jesús a algo más de 3 kms para la meta. Aún le daría tiempo a forzarse unos minutos después de contarme lo bien que habían subido todo. Se fue por delante y yo continué con ella. Por allí nos cruzamos con Félix que bajaba, supongo que cansado ya de tomar el sol. 

Lo más difícil estaba hecho y era cuestión de tiempo.  Al fondo aparece la meta y esta vez sí, el “ya queda poco” que nos cacarean todos los que van bajando, era real. Saco el teléfono e inmortalizo el momento.  Acabábamos de generar uno de esos recuerdos que permanecen durante toda la vida. Buena forma de celebrar mi 35º cumpleaños.

Para finalizar, y a modo de agradecimientos:
. Regino, un loco cuerdo que pudo resarcirse de su abandono en 2013.  No es lo mismo sin él.
. Berto, un apasionado de éste deporte como espectador, y ahora ya como practicante. Le costó inscribirse por temor, y acabo la prueba silbando. Fantástica labor para con Aida en toda la marcha, y no menos importante en los domingos del club.
. Jesús, fantástico motivador con todos (salvo con él mismo, quizá), llegó e hizo llegar, mejorando doblemente las sensaciones del año pasado.
. Aida, una todoterreno. Encantándole el cicloturismo, pero “odiando” las subidas, se dejó meter en este berenjenal, haciendo bueno aquello de “querer es poder”

Y gracias a Jorge, por permitirme  escribir esta crónica y al club ciclista león en general,  por haberme (habernos) acogido entre ellos,  contribuyendo de forma activa a la consecución de este objetivo, y disfrutar en el camino.  Que siga siendo así por muchos años.





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